lunes, 15 de junio de 2015

Los años de la ballena y dos Leopoldos en el campo de Gibraltar

"Entonces fue cuando empezaron a fortificar el Campo de Gibraltar y para efectuar los trabajos trajeron varios batallones de prisioneros. Para escoltarlos, sacaron a unos pocos, yo fui uno y me mandaron al batallón Nº 35 y ahí corrimos todo el Campo de Gibraltar. Ya entonces empezaron a escasear toda clase de comestibles, así que estábamos a base de tagarninas y toda clase de forraje que había en el campo que cogíamos para comer. Los prisioneros no podían con su cuerpo y les daban un pico y una pala y a trabajar." 


Estas palabras aparecen en Los años de la ballena en boca de Jacobo. Con ellas explica sus múltiples peripecias en la Guerra Civil, entre otras, su destino como  soldado vigilando a un batallón de prisioneros que construían las defensas, bunkers, caminos, muros, etc. contra la posible invasión aliada en la supuesta toma de Gibraltar por parte de los aliados.  Aquel destino le supuso la cárcel a Jacobo: no pudo soportar tanta maldad hacia los prisioneros republicanos y se le cruzaron los cables ante un sargento sanguinario.

Hace unos días tuve la suerte de disfrutar del acto de clausura del Club de Letras de la UCA en el que se homenajeó al poeta Leopoldo de Luís. Su amigo José Regueira se encargó de darnos a conocer su figura y algunos detalles interesantes de su vida. Entre las muchas anécdotas que nos contó, habló de la llegada de Leopoldo de Luís a la estación de Jimena. Llegó atado con alambre a otro prisionero junto con cientos de presos republicanos hacinados en vagones de ganado. Sentado en la estación y atado a su compañero, Leopoldo decidió llamar la atención de dos niñas que paseaban por aquel lugar por ver si les conseguían un poco de agua. Las niñas pidieron permiso a sus vigilantes, estos aceptaron y las dos chicas calmaron su sed. Años más tarde, aquellas dos adolescentes se convertirían en las esposas de los dos presos.

Lo curioso de este caso es que Jacobo, el personaje de la novela Los años de la ballena, está basado en un personaje real. Fue un soldado forzoso que sufrió los sucesos de Casas Viejas, que se vio forzado a huir de su pueblo por culpa de las persecuciones fascistas y que terminó recorriendo toda España en la Guerra Civil, unas veces como soldado y otras como preso. Aún guardo el carné de la CNT de Jacobo, en donde, curiosamente, no pone Jacobo, nombre ficticio de cara a la novela, sino su nombre real: Leopoldo. Sí, así es, dos Leopoldos distintos en situaciones antagónicas y localizados en el mismo tiempo y lugar. ¿Llegarían a cruzarse en alguna ocasión? Quien sabe, imaginación que no falte.




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Os recomiendo este artículo de El País sobre su relación con Umbral: 




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Y para terminar, os dejo aquí una semblanza de Leopoldo de Luís escrita por su hermanastro Francisco Umbral:

“Leopoldo de Luis era de ojos pequeños y maliciosos, nariz grande, boca inexistente, rostro un poco rojizo, fácilmente alegrado, subido de color de la risa, y venía de sus oficinas de seguros lleno de versos, de cultura, de conversación, de chistes malos y poemas buenos. Escribía una poesía en la música de Miguel Hernández, hecha de humanidad y socialismo, con gran sentido de verso, gran ductilidad lírica y una melodía grata y honda, monótona y cierta, que daba gran calidad a todo o suyo”.


Antonio Díaz González
Los años de la ballena

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