Mi
padre solía desaparecer de vez en cuando. Se pasaba semanas fuera de casa y
cuando volvía me contaba a escondidas el motivo de sus huidas. Era espía, solo
yo conocía su secreto. Mi madre y mis tías decían que era un borracho y un
vago. Qué tontas. El verano pasado desapareció de nuevo y no volvió más. En
estos meses me lo he imaginado salvando vidas o persiguiendo a terroristas. Esta
mañana me ha llevado mi madre al Corte Inglés, me ha sentado en las rodillas
del rey Mechor y se ha puesto a charlar con las otras madres de la cola. El rey
olía un poco a vino pero luego me di cuenta de que era para despistar. Se
estiró la barba y era mi padre. Me chistó con el dedo en los labios para que le
guardara el secreto y me dejó ir. Hoy estoy feliz, por fin le han dado una
misión importante.