jueves, 16 de julio de 2015

Carmen de San Fernando

Esta mañana leí una carta.  Su remitente, Francisco Rodríguez, la enviaba a sus hijos con motivo de la desaparición del diario Trafalgar Infomación de Barbate. El artículo en forma de carta me pareció un formato íntimo y cercano, adecuado texto para ser publicado en la revista Speculum Nº 21 del Club de Letras de la UCA. En esta epístola, entre otras cosas, cita a Amin Maalouf y a su libro León el Africano. En cierto pasaje del mismo preguntan a una madre: “¿A cuál de tus hijos quieres más?” Ella respondió: “Al enfermo hasta que sane, al menor hasta que crezca y al viajero hasta que regrese”. Y, como suele pasar, las casualidades o “causalidades”, deciden aliarse para darte un toque de atención. 


Hoy, 16 de julio, sería el santo de mi madre. Sé que muchos de vosotros diréis que hoy “es” su santo, apelando a esa especie de tradición perpetuadora que se nos ha inculcado, pero no, ella no está ni estará más, se la llevó, incluso antes de que muriera, el dichoso aniquilador de neuronas e identidades, el puñetero Alzheimer, ese que a veces tenemos la impresión de que nos tira de la manga cuando tardamos en recordar el nombre de un amigo o cuando disimulamos silbando mientras  intentamos recordar dónde hemos dejado aparcado el coche.


 

He buscado la palabra “Carmen” en el diccionario de la RAE y dice esto: “En Granada, quinta con huerto o jardín.” De ahí que, si paseas por el Albaicín, no te resultará extraño encontrarte con azulejos como éste que me encontré en una de sus callejuelas en el que se indica el “Carmen de San Fernando”. Lo de San Fernando me llamó la atención porque mi madre era Carmen y era de San Fernando. Ya ves.


 El haber estado cinco años de mi infancia fuera de mi entorno familiar y lejos del calor de mi madre, el hecho de que gran parte de la novela
Los años de la ballena esté inspirada en historias sobre la guerra civil que ella me narraba, que la memoria sea tan escurridiza y liviana, que haya azulejos y cartas que a veces te despiertan vivencias dormidas y, sobre todo, el hecho de que hoy sea el día del Carmen, tan celebrado en San Fernando, han hecho que hoy la recordara en esta pequeña entrada del blog.


 Recordando la cita en la novela León el Africano, haré caso a la certeza de Amin Maalouf poniendo en boca de una madre palabras tan inteligentes: “Amo al hijo enfermo hasta que sane, al menor hasta que crezca y al viajero hasta que regrese”, esas circunstancias, las tres, se dieron en mi personita con once años, gracias Maalouf. No me gustan las sensiblerías y no voy a explayarme en esas pamplinas del halago de un hijo a su madre, esas cosas las dejo para Canal Sur que es especialista en el tema. Yo solo lanzo un beso al aire en su honor. Si yo estuviera equivocado y ella vigilara mis pasos desde otra dimensión, estoy seguro de que lo pillará al vuelo y se lo pondrá en le mejilla. Es lo que tiene el agnosticismo.  Feliz día del Carmen.

viernes, 10 de julio de 2015

De La Isla a Chiclana y arte porque me toca.

Esta mañana he compartido mi paseo matutino con el amanecer. He comenzado en el poblado de Sancti Petri, o mejor dicho, en lo que queda de él, 




y he terminado en la Loma del Puerco, donde está situado el chiringuito Atenas Playa. Curioso nombre con la que está cayendo. Da la amable casualidad de que durante todo el verano estará allí expuesta la colección Bosque de musas del cañaílla Antonio Mota, autor entre otras obras del monumento a Camarón.

 Y de arte a arte y tiro porque me toca. Porque en las pocas paredes que quedan de Sancti Petri están estas magníficas pinturas de Gabarre, un artista polifacético afincado en Chiclana.


Otro motivo más para disfrutar por estas tierras y mares.



El final del paseo ha sido emotivo. Estas estatuas de Antonio Mota no solo transmiten la belleza de su ejecución, también nos envuelve en un halo misterioso y emotivo. Es un lujo poder disfrutarlas en este paisaje, os lo recomiendo. 














Y como os decía que este Bosque de Musas me transmitían emociones, aprovecho para compartir  este mensaje que recibí de M. Carmen después de la lectura de Los años de la ballena. 

Esta entrada va por todas esas mujeres que están luchando en estos momentos por salir de eso que mi querida prima M. Carmen llama "la plaga" de los siglos XX y XXI.

Os dejo aquí su mensaje textual:



"Despues de haber pasado de puntillas por la plaga del siglo XX y quizás siga siendo la del XXI....te doy las gracias. Gracias por darme momentos únicos. Gracias por causarme inquietud, por hacer que palpitara cuando volvía a tener tu libro en mis manos. 
Debes saber que es el único libro que había leído ese año después 
de.... y mucho después de.....jajaja. 

 Volviste a introducirme en un mundo que me apasiona . Me siento Feliz y orgullosa de que haya sido tu libro, al fin y al cabo por los dos corre la misma sangre.


Gracias he de darte por tu dedicatoria. He de decir que lloré cuando la leí pues nunca imagine que te haría sentir tan feliz, casi tanto como yo me sentí cuando leía tu libro que es parte de ti; mejor es decir era, pues ya nos pertenece un poquito a todos.

De nuevo GRACIAS."

M. Carmen

miércoles, 1 de julio de 2015

Grecia, Putin, San Fernando, La Carraca...

Uno de los paisajes citados en Los años de la ballena es la Carraca y sus inmediaciones. Con este artículo voy a dar un pequeño rodeo hasta pasear por sus calles cargadas de historia. 


Siempre que oímos la palabra omnívoro se nos viene a la cabeza un animal, el oso. El oso es tan omnívoro que come hasta carroña, y a mí me da la impresión de que el gran oso ruso, o más concretamente, su líder Vladimir Putin, está aguardando a que se desarrollen los acontecimientos entre Grecia y el resto de Europa, observando cada detalle de la dura negociación con la baba entre los dientes, con la suculenta espera de quien se sabe, tarde o temprano,  comensal de un manjar exquisito. 




No en vano, el gran ajedrecista Kasparov, lleva meses avisando y comparando a Putin con Hitler, poniendo en guardia a occidente de lo que nos tiene guardado como venganza por nuestro apoyo a Ucrania. Resulta extraño que este tema no aparezca en los medios de comunicación. Pronto saldremos de dudas.
 



Y digo yo, ¿qué tiene que ver esto con la literatura, el poder imperial, su decadencia, Grecia, San Fernando, La Carraca…? Pues sí, aparentemente muy poco, pero me ha parecido interesante enseñaros unos párrafos de un libro que escribió un viajero francés, mi tocayo Antoine de Latour, en el siglo XIX a raíz de uno de sus viajes por Andalucía en 1840. En sus anotaciones sobre Cádiz y su entorno tuvo estas palabras para el Arsenal de la Carraca en donde tuvieron cabida desde Grecia hasta Cervantes: 





 “Los verdaderos monumentos de San Fernando son sus establecimientos públicos. El Arsenal de la Carraca debe ser mencionado en primer lugar. Sus amplios talleres, la mayoría en ruinas, ocupan un inmenso espacio que forman siete calles. El fuego, cuyas huellas son aún perceptibles, devoró gran parte, la desidia dejó caer la otra, y la falta de dinero impidió reedificar las murallas abandonadas. Hablo de dinero por no hablar de la pérdida de aquel hálito poderoso que, en el siglo XVI, llevó tan lejos a los grandes navegantes españoles, quienes desconocidos al partir regresaban aureolados por el descubrimiento de algún nuevo imperio. Por la grandeza de las ruinas de la Carraca se puede juzgar lo que fue el poderío marítimo de España. En un taller me mostraron una cadena traída de Lepanto. Aquel pedazo de hierro me emocionó porque me recordó que años antes, en una bella noche de septiembre, pasé por el inmortal golfo lanzando a los mares de Grecia los nombres de Cervantes y Don Juan de Austria: estos nombres me confirman hoy, como entonces, que aún no está todo perdido para el futuro marítimo de España y que la Carraca puede resurgir de sus ruinas.” 


Antoine de Latour