jueves, 22 de septiembre de 2016

Amiga

Creo que está más que demostrado mi cariño hacia las palabras moribundas, son muchas las que aparecen en Los años de la ballena. A veces oigo alguna de ellas y funciona en mi mente como ciertos aromas de esos que te traen recuerdos infantiles. Al oírla me alegro de saber que sigue viva aunque, al final de la reflexión, no dejo de pensar que haberla oído en ese momento no es más que un estertor lingüistico. Pero hay que admitir que la lengua es algo vivo. No debemos apenarnos por su pérdida porque al mismo tiempo que mueren, están naciendo otras muchas. Hay que asumir que el lenguaje es cambiante lo mismo que no debemos sorprendernos al ver que las playas cambian de arena cada temporada.


Una de esas palabras es amiga, pero no en el término relativo a la amistad, sino al de ese mínimo centro escolar al que nos llevaban nuestros padres, esa especie de precursora de las guarderías actuales con pequeñas bancas de madera y que casi siempre regentaba una mujer. En el pasaje que os pongo más abajo podéis leer esa palabra refiriéndose a las aventuras y desventuras de una niña en Los años de la ballena.

“…como por ejemplo la Chinita, la llamábamos así por los ojitos que tenía, ¡más graciosa! La chiquilla sacaba agua del pozo de nuestro patio y allá que iba con el cubo de zinc llenito hasta el borde, casi más grande que ella, a casa de un matrimonio mayor que vivía un poco más arriba y que no tenía agua en su casa. En verano iba descalza todo el día, que no se me quita de la cabeza el agua dando tumbos dentro del cubo y salpicándole los pies y su trajecito llenito de churretes. Así se ganaba unas perras y mira si era lista que se las gastaba en una miga para que le enseñaran a leer y escribir. A las casas donde  daban clases particulares se las llamaba “amigas” o “migas”, no sé por qué, la verdad.”

 Imagen tomada de: http://www.levante-emv.com/comarcas/2012/05/06/madrid-guerra-paz-lhorta-nord/902739.html


Yo pensaba que ese término era algo más localista y no demasiado antiguo, pero no. Ayer mismo, leyendo el libro “Una lengua muy larga”, de Lola Pons Rodríguez, me llevé una sorpresa muy agradable. Allí se cita un poema de Góngora, poeta del siglo XVI, en el que también se usa esa palabra en boca de un chico que habla a su hermana de sus planes infantiles. En ese mismo poema se citan los chochos (altramuces), pero esas delicatessen ya son otro tema.

Ya ves, la lengua, que no cesa de alimentar nuestros placeres.

Antonio Díaz González



Hermana Marica,
Mañana, que es fiesta,
No irás tú a la amiga
Ni yo iré a la escuela.

Pondraste el corpiño
Y la saya buena,
Cabezón labrado,
Toca y albanega;

Y a mí me podrán
Mi camisa nueva,
Sayo de palmilla,
Media de estameña;

Y si hace bueno
Trairé la montera
Que me dio la Pascua
Mi señora abuela,

Y el estadal rojo
Con lo que le cuelga,
Que trajo el vecino
Cuando fue a la feria.

Iremos a misa,
Veremos la iglesia,
Darános un cuarto
Mi tía la ollera.

Compraremos dél
(Que nadie lo sepa)
Chochos y garbanzos
Para la merienda;

Y en la tardecica,
En nuestra plazuela,
Jugaré yo al toro
Y tú a las muñecas

Con las dos hermanas,
Juana y Madalena,
Y las dos primillas,
Marica y la tuerta;

Y si quiere madre
Dar las castañetas,
Podrás tanto dello
Bailar en la puerta;

Y al son del adufe
Cantará Andrehuela:
No me aprovecharon,
madre, las hierbas.

Y yo de papel
Haré una librea
Teñida con moras
Porque bien parezca,

Y una caperuza
Con muchas almenas;
Pondré por penacho
Las dos plumas negras

Del rabo del gallo,
Que acullá en la huerta
Anaranjeamos
Las Carnestolendas;

Y en la caña larga
Pondré una bandera
Con dos borlas blancas
En sus tranzaderas;

Y en mi caballito
Pondré una cabeza
De guadamecí,
Dos hilos por riendas;

Y entraré en la calle
Haciendo corvetas,
Yo y otros del barrio,
Que son más de treinta;

Jugaremos cañas
Junto a la plazuela,
Porque Barbolilla
Salga acá y nos vea;

Bárbola, la hija
De la panadera,
La que suele darme
Tortas con manteca,

Porque algunas veces
Hacemos yo y ella
Las bellaquerías
Detrás de la puerta.

Luís de Góngora y Argote, 1.580

2 comentarios:

  1. Estimado Antonio: Gracias por su lectura atenta de mi obra "Una lengua muy larga". Ese poemita de Góngora, siendo de cosas chicas, es muy grande. Un saludo cordial desde Sevilla

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  2. Hola! Admirada Lola, me ha hecho mucha ilusión tu saludo. Muchísimas gracias por tus palabras y por tu libro. Allí descubrí el poema y allí sigo disfrutando. Es como una alacena de abuela con infinidad de recovecos, un misterio antiguo en cada uno. Orto saludo, esta vez desde Chiclana, muy agradecido.

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