Los libros
Esperábamos
fuego y ha llegado la brisa. Un visillo se alegra y danza como falda en paraíso;
sensual, sugerente. El verano viene con las piernas hinchadas, lento,
excusándose en los relentes y en las terrazas vacías. Y a medida que se acerca,
se aleja lo triste, lo complejo. Ya no hay fanfarrias o tienen sordina, y queda
en el aire un sonido imperceptible, disfrazado, un silencio que clama. Es un
toque de retreta. A los cuarteles. A los sillones. A las hamacas… a los libros.
Y por fin, desprendidos de las prisas y las obligaciones, renacen las llamas, prenden
las metáforas. Y merodea por mi sillón la gente antigua, los niños hambrientos,
una buscadora de perlas en los mares del sur, un ornitólogo inglés, un
escuadrón a caballo por los Urales, un jardín de Salamanca... El verano trae
lecturas, historias que aliñan de regustos nuestras siestas. Toque de retreta. Tocan los libros.
Antonio Díaz González
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