Grecia, Putin, San Fernando, La Carraca...
Uno de los paisajes citados en Los años de la ballena es la Carraca y sus inmediaciones. Con este artículo voy a dar un pequeño rodeo hasta pasear por sus calles cargadas de historia.
Siempre que
oímos la palabra omnívoro se nos viene a la cabeza un animal, el oso. El oso es
tan omnívoro que come hasta carroña, y a mí me da la impresión de que el gran
oso ruso, o más concretamente, su líder Vladimir Putin, está aguardando a que
se desarrollen los acontecimientos entre Grecia y el resto de Europa, observando
cada detalle de la dura negociación con la baba entre los dientes, con la
suculenta espera de quien se sabe, tarde o temprano, comensal de un manjar exquisito.
No en vano,
el gran ajedrecista Kasparov, lleva meses avisando y comparando a Putin con Hitler, poniendo en guardia a occidente de lo que nos tiene guardado como
venganza por nuestro apoyo a Ucrania. Resulta extraño que este tema no aparezca
en los medios de comunicación. Pronto saldremos de dudas.
Y digo yo, ¿qué
tiene que ver esto con la literatura, el poder imperial, su decadencia,
Grecia, San Fernando, La Carraca…? Pues sí, aparentemente muy poco, pero me ha parecido
interesante enseñaros unos párrafos de un libro que escribió un viajero francés,
mi tocayo Antoine de Latour, en el siglo XIX a raíz de uno de sus viajes por
Andalucía en 1840. En sus anotaciones sobre Cádiz y su entorno tuvo estas
palabras para el Arsenal de la Carraca en donde tuvieron cabida desde Grecia hasta Cervantes:

“Los verdaderos
monumentos de San Fernando son sus establecimientos públicos. El Arsenal de la
Carraca debe ser mencionado en primer lugar. Sus amplios talleres, la mayoría
en ruinas, ocupan un inmenso espacio que forman siete calles. El fuego, cuyas
huellas son aún perceptibles, devoró gran parte, la desidia dejó caer la otra,
y la falta de dinero impidió reedificar las murallas abandonadas. Hablo de
dinero por no hablar de la pérdida de aquel hálito poderoso que, en el siglo
XVI, llevó tan lejos a los grandes navegantes españoles, quienes desconocidos
al partir regresaban aureolados por el descubrimiento de algún nuevo imperio.
Por la grandeza de las ruinas de la Carraca se puede juzgar lo que fue el
poderío marítimo de España. En un taller me mostraron una cadena traída de
Lepanto. Aquel pedazo de hierro me emocionó porque me recordó que años antes,
en una bella noche de septiembre, pasé por el inmortal golfo lanzando a los
mares de Grecia los nombres de Cervantes y Don Juan de Austria: estos nombres
me confirman hoy, como entonces, que aún no está todo perdido para el futuro
marítimo de España y que la Carraca puede resurgir de sus ruinas.”
Antoine de Latour
Qué curioso. En 1840 Latour ya se lamentaba de las ruinas de la Carraca. Qué pena de lo que pudo ser y no fue
ResponderEliminarAsí es Mamen. Y siempre me han fascinado los viajeros ingleses y franceses que nos visitaban hace siglos, cuando éramos tan diferentes al resto de Europa.
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