Hace ya varias semanas fui invitado por Alejandro Díaz a poner texto a una imagen del fotógrafo de San Fernando Ignacio Escuín dentro de una serie de colaboraciones con varios escritores para Patrimonio La Isla, textos inspirados en imágenes de Ignacio de los lugares más emblemáticos de La Isla. Para mí fue un honor porque a los dos, tanto a Alejandro como a Ignacio, los admiro con todo mi respeto y cariño.
El trabajo en este caso debía inspirarse en la imagen que podéis ver mas abajo, parte de la playa de la Casería en San Fernando, un lugar pintoresco que disfruté en mi infancia y que aún visito a menudo.
Aquí podéis ver la entrada en su publicación original. Espero que os guste.
Aquel
día tenía algo de solemne, algo había en el aire que elevaba los sentidos.
Quizás fueran las manos huesudas de Lele cepillando un tablón -imagen digna de
Nuevo Testamento- para cambiar el banco de su barca. Quizás fuera el sonido de
la cuchilla afilada produciendo aromáticos rizos de madera. Quizás fuera la
brea con la que calafateó más tarde el costado de su barca, brea que parecía
haber huido deshilachándose y formando nubes en el cielo. Quizás fuera el sol
cayendo, ruborizándose al rozar el istmo hacia Cádiz. O el levante ausente,
regalando treguas desde su escondite… Lele sabía que aquel día tenía algo de
solemne, pero no sabía qué.
Se
sentó en el escalón de su caseta y encendió un cigarrillo. Unas gaviotas
garabatearon el aire con gritos infantiles. Lele se miró las manos y apreció
por primera vez el parecido con las de su padre. Alguna viruta traviesa saltó
de sus dedos al papel de fumar. Cruzó los brazos sobre sus rodillas y recreó su
vista en la bahía. Aún no sabía por qué, pero en el aire flotaba la solemnidad.
Fotografía: Ignacio Escuín Texto: Antonio Díaz González
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