Creo que está más que
demostrado mi cariño hacia las palabras moribundas, son muchas las que aparecen
en Los años de la ballena. A veces oigo alguna de ellas y funciona en mi mente
como ciertos aromas de esos que te traen recuerdos infantiles. Al oírla me
alegro de saber que sigue viva aunque, al final de la reflexión, no dejo de
pensar que haberla oído en ese momento no es más que un estertor lingüistico. Pero
hay que admitir que la lengua es algo vivo. No debemos apenarnos por su pérdida
porque al mismo tiempo que mueren, están naciendo otras muchas. Hay que asumir
que el lenguaje es cambiante lo mismo que no debemos sorprendernos al ver que
las playas cambian de arena cada temporada.
Una de esas palabras es amiga, pero no en el término relativo a la amistad, sino al de ese mínimo centro
escolar al que nos llevaban nuestros padres, esa especie de precursora de las
guarderías actuales con pequeñas bancas de madera y que casi siempre regentaba
una mujer. En el pasaje que os pongo más abajo podéis leer esa palabra
refiriéndose a las aventuras y desventuras de una niña en Los años de la
ballena.
“…como
por ejemplo la Chinita, la llamábamos así por los ojitos que tenía, ¡más
graciosa! La chiquilla sacaba agua del pozo de nuestro patio y allá que iba con
el cubo de zinc llenito hasta el borde, casi más grande que ella, a casa de un
matrimonio mayor que vivía un poco más arriba y que no tenía agua en su casa.
En verano iba descalza todo el día, que no se me quita de la cabeza el agua
dando tumbos dentro del cubo y salpicándole los pies y su trajecito llenito de
churretes. Así se ganaba unas perras y mira si era lista que se las gastaba en
una miga para que le enseñaran a leer y escribir. A las casas donde daban clases particulares se las llamaba “amigas” o “migas”, no sé por qué, la verdad.”
Imagen tomada de: http://www.levante-emv.com/comarcas/2012/05/06/madrid-guerra-paz-lhorta-nord/902739.html
Yo pensaba que ese
término era algo más localista y no demasiado antiguo, pero no. Ayer mismo,
leyendo el libro “Una lengua muy larga”, de Lola Pons Rodríguez, me llevé una
sorpresa muy agradable. Allí se cita un poema de Góngora, poeta del siglo XVI,
en el que también se usa esa palabra en boca de un chico que habla a su hermana
de sus planes infantiles. En ese mismo poema se citan los chochos (altramuces), pero esas delicatessen ya son otro tema.
Ya ves, la lengua, que no cesa de alimentar nuestros placeres.
Antonio Díaz González
Hermana
Marica,
Mañana,
que es fiesta,
No
irás tú a la amiga
Ni
yo iré a la escuela.
Pondraste
el corpiño
Y
la saya buena,
Cabezón
labrado,
Toca
y albanega;
Y
a mí me podrán
Mi
camisa nueva,
Sayo
de palmilla,
Media
de estameña;
Y
si hace bueno
Trairé
la montera
Que
me dio la Pascua
Mi
señora abuela,
Y
el estadal rojo
Con
lo que le cuelga,
Que
trajo el vecino
Cuando
fue a la feria.
Iremos
a misa,
Veremos
la iglesia,
Darános
un cuarto
Mi
tía la ollera.
Compraremos
dél
(Que
nadie lo sepa)
Chochos
y garbanzos
Para
la merienda;
Y
en la tardecica,
En
nuestra plazuela,
Jugaré
yo al toro
Y
tú a las muñecas
Con
las dos hermanas,
Juana
y Madalena,
Y
las dos primillas,
Marica
y la tuerta;
Y
si quiere madre
Dar
las castañetas,
Podrás
tanto dello
Bailar
en la puerta;
Y
al son del adufe
Cantará
Andrehuela:
No
me aprovecharon,
madre,
las hierbas.
Y
yo de papel
Haré
una librea
Teñida
con moras
Porque
bien parezca,
Y
una caperuza
Con
muchas almenas;
Pondré
por penacho
Las
dos plumas negras
Del
rabo del gallo,
Que
acullá en la huerta
Anaranjeamos
Las
Carnestolendas;
Y
en la caña larga
Pondré
una bandera
Con
dos borlas blancas
En
sus tranzaderas;
Y
en mi caballito
Pondré
una cabeza
De
guadamecí,
Dos
hilos por riendas;
Y
entraré en la calle
Haciendo
corvetas,
Yo
y otros del barrio,
Que
son más de treinta;
Jugaremos
cañas
Junto
a la plazuela,
Porque
Barbolilla
Salga
acá y nos vea;
Bárbola,
la hija
De
la panadera,
La
que suele darme
Tortas
con manteca,
Porque
algunas veces
Hacemos
yo y ella
Las
bellaquerías
Detrás
de la puerta.
Luís de Góngora y Argote, 1.580
Estimado Antonio: Gracias por su lectura atenta de mi obra "Una lengua muy larga". Ese poemita de Góngora, siendo de cosas chicas, es muy grande. Un saludo cordial desde Sevilla
ResponderEliminarHola! Admirada Lola, me ha hecho mucha ilusión tu saludo. Muchísimas gracias por tus palabras y por tu libro. Allí descubrí el poema y allí sigo disfrutando. Es como una alacena de abuela con infinidad de recovecos, un misterio antiguo en cada uno. Orto saludo, esta vez desde Chiclana, muy agradecido.
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