Carmen de San Fernando
Esta mañana leí
una carta. Su remitente, Francisco
Rodríguez, la enviaba a sus hijos con motivo de la desaparición del diario Trafalgar
Infomación de Barbate. El artículo en forma de carta me pareció un formato íntimo y cercano,
adecuado texto para ser publicado en la revista Speculum Nº 21 del Club de Letras de la UCA. En esta
epístola, entre otras cosas, cita a Amin Maalouf y a su libro León el Africano.
En cierto pasaje del mismo preguntan a una madre: “¿A cuál de tus hijos quieres
más?” Ella respondió: “Al enfermo hasta que sane, al menor hasta que crezca y
al viajero hasta que regrese”. Y, como suele pasar, las casualidades o “causalidades”,
deciden aliarse para darte un toque de atención.
Hoy, 16 de julio, sería el
santo de mi madre. Sé que muchos de vosotros diréis que hoy “es” su santo, apelando
a esa especie de tradición perpetuadora que se nos ha inculcado, pero no, ella
no está ni estará más, se la llevó, incluso antes de que muriera, el dichoso aniquilador
de neuronas e identidades, el puñetero Alzheimer, ese que a veces tenemos la
impresión de que nos tira de la manga cuando tardamos en recordar el nombre de
un amigo o cuando disimulamos silbando mientras intentamos recordar dónde hemos dejado
aparcado el coche.
He buscado la
palabra “Carmen” en el diccionario de la RAE y dice esto: “En Granada, quinta con huerto o jardín.” De ahí que,
si paseas por el Albaicín, no te resultará extraño encontrarte con azulejos
como éste que me encontré en una de sus callejuelas en el que se indica el “Carmen de San Fernando”. Lo de San Fernando
me llamó la atención porque mi madre era Carmen y era de San Fernando. Ya ves.
El haber estado cinco años de mi infancia fuera de mi
entorno familiar y lejos del calor de mi madre, el hecho de que gran parte de
la novela Los años de la ballena esté inspirada en historias sobre la guerra
civil que ella me narraba, que la memoria sea tan escurridiza y liviana, que haya
azulejos y cartas que a veces te despiertan vivencias dormidas y, sobre todo,
el hecho de que hoy sea el día del Carmen, tan celebrado en San Fernando, han
hecho que hoy la recordara en esta pequeña entrada del blog.
Recordando la cita
en la novela León el Africano, haré caso a la certeza de Amin Maalouf poniendo en boca de una madre palabras tan
inteligentes: “Amo al hijo enfermo hasta que sane, al menor hasta que
crezca y al viajero hasta que regrese”, esas circunstancias, las tres, se dieron en mi
personita con once años, gracias Maalouf. No me
gustan las sensiblerías y no voy a explayarme en esas pamplinas del halago de
un hijo a su madre, esas cosas las dejo para Canal Sur que es especialista en
el tema. Yo solo lanzo un beso al aire en su honor. Si yo estuviera equivocado
y ella vigilara mis pasos desde otra dimensión, estoy seguro de que lo pillará al
vuelo y se lo pondrá en le mejilla. Es lo que tiene el agnosticismo. Feliz día del Carmen.
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