Sufro una rara afección. Son ataques esporádicos de cordura. Brotes de sensatez, de lúcidos razonamientos en los que el mundo se me presenta nítido y definido por una luz intensa que se irisa en la sangre del suelo y en los colmillos del futuro. La lucidez duele. Afortunadamente son brotes que duran muy poco. ¿De qué les estaba yo hablando...?
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