jueves, 10 de septiembre de 2015

Los años de la ballena en bibliotecas




Le he buscado un hogar a esta criatura. A partir de ahora vivirá en este palacete, aunque espero que tenga alguna que otra salida bien acompañada. Es la biblioteca municipal de Chiclana de la Frontera quien la acoge, como ya lo han hecho antes las de Benalup-Casas Viejas, Jimena de la Frontera, Medina Sidonia... Y lo harán las de San Fernando y la Universidad de Cádiz. Ya sabéis, a partir de ahora os toca dar un garbeo a estas ballenas, no vaya a ser que se aburran de estar encerradas.

sábado, 5 de septiembre de 2015

La ruta de la ballena

Desde hace algún tiempo se viene desarrollando una curiosa modalidad de turismo, el literario.

El Turismo literario, o viaje literario, es una modalidad de turismo cultural que se desarrolla en lugares relacionados con los acontecimientos de los textos de ficción o con las vidas de sus autores (Wikipedia)

En casi todas las ciudades podemos encontrar referencias y monumentos a autores o recorridos por los que discurrieron personajes de ficción: Una pensión de estudiantes del siglo XIX en Santiago para recordar La casa de la Troya, un huerto dedicado a Calixto y Melibea en Salamanca, una estatua de Ana Ozores en pleno centro de Vetusta -Oviedo para más señas-, un mausoleo de los amantes en Teruel... y no hace mucho que avispados empresarios del turismo nos ofrecen rutas muy actuales, como la que se puede recorrer por las calles de Estocolmo, la ruta de Millenium.

En algunas ocasiones me han invitado a emular estos paseos, a disfrutar de un recorrido por las localizaciones por las que se mueven los personajes de Los años de la ballena. Esa idea tan atractiva se materializó el pasado miércoles día 26 de agosto, pero debo reconocer que fue posible gracias al entusiasmo de Maritxé Abad, poeta y compañera del Club de Letras de la Universidad de Cádiz.





Mariló, José Luís, Javier, Maritxé, Mari, Loli, Lupi y Antonio en el andén de la estación de Jerez de la Frontera


La jornada comenzó con la bienvenida a Maritxé en la estación de Jerez de la Frontera, llegó desde Sevilla a las 8.45 h. Allí recordamos las primeras impresiones de Rubén al verse envuelto por primera vez en el ambiente jerezano del año 1976 en un lugar tan especial. Durante el recorrido leímos pasajes correspondientes a cada localización, éste fue el primero:



                     "Su llegada a la estación de Jerez le provocó una extraña contradicción. Había imaginado una ciudad muy distinta a la que veía en persona. Mientras el tren iba lentamente disminuyendo su velocidad, desde la puerta abierta del vagón, observaba todo cuanto se iba presentando ante sus ojos sin perder detalle. Creía haberse dirigido a una población pequeña, un pueblo casi, pero aquellas cerchas de hierro sujetando la inmensa cubierta, las hermosas paredes repletas de figuras pintadas sobre azulejos, los arcos mudéjares cubriendo cada una de las entradas al gran salón de viajeros, con un aire tan elegantemente andaluz, le daban la sensación de estar llegando a una mediana ciudad no tan pequeña y con una personalidad que le cautivó."




Maritxé, Javier y Antonio junto a los azulejos.



Junto a uno de los paños de azulejos sevillanos que adornan las paredes de la estación pudimos apreciar los detalles de la construcción de Anibal González, arquitecto que diseñó también la Plaza de España en Sevilla. Aquí podemos ver el nombre de la firma que fabricó los azulejos, Mensaque Rodríguez, del barrio de Triana, anécdota que se cita también en la novela. Allí recordamos también que con motivo de los juegos florales de 1916 en Sevilla, se fabricaron veinte placas de azulejos conmemorando los rincones sevillanos que se citan en las distintas obras de Cervantes. Estas placas pueden aún disfrutarse por las calles sevillanas, la más vista es la que está situada en la calle Sierpes. Se puede hacer un recorrido completo para disfrutarlas, para que veamos que lo del turismo literario no es algo nuevo. Si pinchas en la imagen de abajo podrás ver un interesante artículo sobre estos azulejos conmemorativos.




De allí nos dirigimos a una cafetería donde disfrutamos de un desayuno necesario, el día iba a ser muy completito. Desayunamos con la magnífica vista del edificio de la antigua Escuela de Relaciones Laborales. Sobre el mantel, preparado para ser desgranado a lo largo del día, Los años de la ballena.





La siguiente parada por el recorrido de Rubén fue la plaza de abastos. Allí leímos un párrafo de la novela y paseamos entre los puestos de pescados, frutas y verduras.





"Rubén se zambulló en el bullicio de la plaza de abastos con el dulzor en la boca de un higo chumbo y la fotografía en la mano mientras Curtis le precedía divertido. En poco tiempo se habían convertido en el centro de atención entre los puestos. Terminaron rodeados de alegres amas de casa con bolsas rebosantes de verduras y olor a pescado y especias."




Con Maritxé y José Luís frente al mercado.




Nos detuvimos un momento para disfrutar de los detalles de este edificio, El Gallo Azul. Curiosamente, fue diseñado también por el arquitecto Aníbal González.



La siguiente parada, un tabanco. El tabanco El Pasaje.




Allí, a pesar de la hora temprana, pudimos disfrutar de unos olorosos de la bodega Maestro Sierra. A excepción de Maritxé, que se encaprichó de un tonel con la etiqueta de "Amoroso", oloroso con un toque de Pedro Ximénez que la encandiló.



El lugar es uno de los más emblemáticos de Jerez. Allí se puede disfrutar de espectáculos flamencos mientras se saborea un buen vino. Espectáculos como el que se atrevieron a darnos La Lupi de Chiclana al cante, jaleada por Mariló, la Mare las Mónicas. 





 De nuevo acudimos a otro pasaje de la novela para ponernos en situación:

                     "Algunos de los presentes le dieron la bienvenida a viva voz y otros levantaron su copa en señal de saludo. Curtis pidió por los dos unos finos y unas aceitunas. Curro se les acercó con los dos catas en una mano y un trapo mojado en la otra con el que garabateó sobre la mesa. Curtis comenzó a explicarle a Rubén las particularidades de aquél curioso local cuando alguien entró por la puerta acaparando la atención de todos. Se repitió el proceso de saludos pero esta vez era evidente el entusiasmo de los presentes por el personaje. Nada más entrar se colocó en el centro del corrillo formado a su llegada. Curtis explicó a Rubén que se trataba de el Niño Luisa, un cantaor de fama.

- No te garantizo nada, pero si se anima es posible que tengas suerte. Algunas veces se arranca… y cuando se arranca ya no para. Este gitano tiene una voz que te coge delante y te peina patrás.

                     El Niño Luisa se acercó a la mesa para saludarles. Curtis hizo las presentaciones y se dieron la mano afablemente. Rubén se vio tan confiado y cómodo como para hacerle un comentario al artista.

  - Encantado de conocerte, Curtis me ha hablado de ti. ¿Nos vas a deleitar con una canción?

                     El Niño Luisa recorrió con su mirada a Rubén de la cabeza a los pies… luego de los pies a la cabeza… y terminó por hacer un breve comentario antes de dirigirse de nuevo al corrillo dándoles la espalda. De su boca grande y extrañamente hueca salió un vozarrón ronco, grave, sin apenas esfuerzo, como si su chorro de voz se le escapara sin querer.

- ¿Una cansión? ¿Tú te crees que yo soy Adamo? ¿De donde has sacao tú a este guiri, Curtito, hijo? ¡Curro, apúntame lo de esta mesa!"



De Jerez nos dirigimos a San Fernando. La primera parada, la portada de entrada al Arsenal de la Carraca. Allí leyó Maritxé un pasaje:


"Aquello me dio que pensar, si lo hubieran cogido los soldados lo sabría por Domingo porque yo estaba segura de que él hubiera hecho algo por mi marido, y por otro lado, si alguien de la Marina conocía los caños que rodeaban La Carraca era Manolo. Desde chico se había dedicado a mariscar por las marismas metiéndose en fango hasta las ingles, por sitios donde otros se hubieran quedado atascados. No me lo pensé y me puse a buscarlo por los esteros y salinas de por allí cerca..."




Siguiente parada, el Panteón de Marinos Ilustres. Antes de entrar se nos sumó Manolo, un excelente promotor y entusiasta de la novela, y que conste que no es porque sea mi hermano, que lo es. Luego tuvimos una agradable visita al panteón guiada por Sergio Torrecilla, historiador y magnífico guía. Lástima que la condición militar de estas instalaciones nos impidiera tomar fotografías. Sergio, con su habitual gracia y sin salirse ni un ápice de la importancia de los hechos que narra, consigue divertir y entretener al visitante, le da la vuelta a lo que en principio pudiera parecer un recorrido lúgubre y demasiado solemne. Os lo recomiendo, no os perdáis esta visita.

De allí, ya con el hambre pisándonos los talones, nos dirigimos a El Naca, a reponer fuerzas a base de comida típica de La Isla.




Una vez repuestos, disfrutamos de un paseo por el barrio de la Pastora, el callejón Croquer, y la calle Real, haciendo una parada en la casa del turco, lugar donde se sitúa la academia en la que estudia Domingo, el personaje de Los años de la ballena que llegaría a ser comandante de infantería de Marina en la Guerra Civil y protagonista de hechos que no conviene ahora desvelar si no has leído la novela. 



 Después entramos en el museo de San Fernando, haciendo una parada junto a los restos de Los Enamorados. No es un tema que se trate en la novela, pero me pareció una excelente oportunidad de disfrutar de este hallazgo tan importante teniéndolo tan cerquita.




                                       

Otra parada obligada fue la Iglesia Mayor. Desde allí mencionamos pasajes que se desarrollan enfrente, en el hotel Salymar (Solymar en la novela), y leímos unos párrafos:


"Mi madre, que Dios la tenga en su gloria, me arreglaba para ir a misa como si yo fuera una Mariquita Pérez, con mis lazos, mis tirabuzones, mis encajes… una monada vamos. Era la atracción de toda la Iglesia Mayor, a la que me llevaban mis padres. Te parecerá un ridículo detalle estético, pero eso fue lo que consiguió que yo, tan chica y tan poca cosa, saltara la barrera clasista que se levantaba entre, por un lado, los ricos, altos mandos de la Marina y demás clase alta de la ciudad, y por otro la clase obrera, la que no se merecía otra cosa más que agradecer a los primeros que les dejaran trabajar a sus órdenes o sentarse en los últimos bancos de las iglesias después de que ellos se hubieran acomodado."



Lupi junto a las cigarreras de la Cuesta de las Calesas

Tras un café en la cafetería de La Mallorquina, terminamos la ruta de la ballena en Cádiz. Allí recordamos las peripecias de Marta empezando por la Fábrica de tabacos y siguiendo por las calles del casco antiguo, donde leímos un pasaje en el que se despiden de esta ciudad en su huida, de la que tampoco quisiera desvelar demasiado, seguro que me comprendéis, ¿a que sí? Esta vez en el espacio "entre catedrales"



Debo reconocer que la visita a Cádiz se enriqueció sobremanera gracias a la aportación de Javier Miranda. El nos mostró detalles de edificios y nos explicó historias que nunca habríamos podido conocer sin sus explicaciones. 

Este reportaje es una breve crónica de la primera ruta de la ballena en la que no podría reflejar tantos detalles y lecturas que se hicieron. Fue un recorrido extenso y denso, pero que disfrutamos de principio a fin. Estoy seguro de que habrá más, aunque eso depende de vosotros. Por mi parte, estaré encantado de repetir, incluso de añadir nuevos atractivos al itinerario. Para alguien que ha creado personajes y situaciones, es una forma de dar más vida a esas creaciones, podéis imaginar cuánto he disfrutado de este paseo. 

Mi más sincero agradecimiento a Maritxé por hacer que me animara a preparar este recorrido, a Sergio Torrecilla por sus magníficas explicaciones en el panteón, a Loli, José Luís, Mari, Mariló, Manolo y Javier por su compañía y atención y a Lupi por hacer de reportera a la vez que nos acompañaba, las bulerías y fotografías son suyas. Nos vemos en la Ruta de la Ballena II.





































jueves, 3 de septiembre de 2015

Primeras páginas de Los años de la ballena

¿Te apetece leer el comienzo de la novela? Pinchando en esta imagen puedes acceder a un extracto, las primeras páginas de la misma. Cortesía de la editorial Literanda, primera en la que se editó exclusivamente en formato digital y donde puedes descargarla por 1.65 euros.



Ataques de cordura



Sufro una rara afección. Son ataques esporádicos de cordura. Brotes de sensatez, de lúcidos razonamientos en los que el mundo se me presenta nítido y definido por una luz intensa que se irisa en la sangre del suelo y en los colmillos del futuro. La lucidez duele. Afortunadamente son brotes que duran muy poco. ¿De qué les estaba yo hablando...?